martes, 30 de junio de 2009

La farmacia del cerebro

En un pequeño órgano, el hipotalámo, se fabrican las respuestas emocionales. Allí, en nuestro cerebro, se encuentra la mayor farmacia que existe, donde se crean unas partículas llamadas péptidos, pequeñas secuencias de aminoácidos que , combinadas, crean las neurohormonas o neuropéptidos. Ellas son las responsables de las emociones que sentimos diariamente. Según John Hagelin, profesor de física, "hay química para la rabia, para la felicidad, para el sufrimiento, la envidia..."

En el momento en que sentimos una determinada emoción, el hipotalámo descarga esos péptidos, liberándolos a través de la glándula pituitaria hasta la sangre, que conectará con las células que tienen esos receptores en el exterior. El cerebro actúa como una tormenta que descarga los pensamientos a través de la fisura sináptica. Nadie a visto nunca un pensamiento, ni siquiera en los más avanzados laboratorios, pero lo que sí se ve es la tormenta eléctrica que provoca cada mentalismo, conectando las neuronas a través de las fisuras sinápticas.

Cada célula tiene miles de receptores rodeando su superficie, como abriéndose a esas experiencias emocioanles. Candace Pert, poseedora de patentes sobre péptidos modificados y profesora en la universidad de medicina de Georgetown, lo explica así : " cada célula es un pequeño hogar de conciencia. Una entrada de un neuropéptido en una célula equivale a una descarga de bioquímicos que pueden llegar a modificar el núcleo de la célula".

Nuestro cerebro crea estos neuropéptidos y nuestras células son las que se acostumbrar a recibir cada una de las emociones: ira, angustia, alegría, envidia, generosidad, pesimismo, optimismo...Al acostumbrarse a ellas, se crean hábitos de pensamiento. A través de los millones de terminaciones sinápticas, nuestro cerebro está continuamente recreándose; un pensamiento o emoción crea una nueva conexión, que se refuerza cuando pensamos o sentimos algo en repetidas ocasiones.
Así es como una persona asocia una determinada situación con una emoción: una mala experiencia en un ascensor, como quedarse encerrado, puede hacer que el objeto ascensor se asocie al temor a querdarse encerrado. Si no se interrumpe esa asociación, nuestro cerebro podría relacionar ese pensamiento-objeto como esa emoción y reforzar esa conexión, conocida en el ámbito de la psicología como fobia o miedo.

Todos los hábitos y adicciones operan con la misma mecánica. Un miedo ( a no dormir, a hablar en público, a enamorarse) puede hacer que recurramos a una pastilla, una droga o un tipo de pensamiento nocivo. El objetivo inconsciente es engañar a nuestras células con otra emoción diferente, generalmente, lgo que nos excite, distrayéndonos del miedo.
De esta manera, cada vez que volvamos a esa situación, el miedo nos conectará, inevitablemente, con la solución, es decir, con la adicción. Detrás de cada adicción ( drogas, personas, bebidas, juego, sexo, televisión) hay pues un miedo insertado en la memoria celular.

La buena noticia es que , en cuanto rompemos ese círculo vicioso, en cuanto quebramos esa conexión, el cerebro crea otro puente entre neuronasque es el pasaje a la liberación.
Porque, como ha demostrado el Instituto Teconológico de Massachusets en sus investigaciones con lamas budistas en estado de meditación, nuestro cerebro está permanentemente rehaciéndose, incluso, en la ancianidad. Por ello, se puede desaprender y reaprender nuevas formas de vivir las emociones.


( EL JAQUE MATE. www.jaquemate.rafapal.com )

jueves, 11 de junio de 2009

Wu wei


"No hacer nada, pero que nada quede sin hacerse".

Si uno se guarda de actuar, no es porque se desinterese del mundo, más vale dejar que las cosas vengan naturalmente, "por si mismas", sin cargarlos con el peso de nuestros proyectos, con lo arbitrario de nuestras voluntades. Si el sabio se guarda de actuar, es para dejar acontencer y , por tanto, lograr con más facilidad: para dejar que la viabilidad de las cosas obre por si misma.